San Pablo decía: «Vivimos y
nos movemos en
Dios, tenemos nuestra existencia en Él»; Lao Tse escribió en el Dao Te
Jing: «Hay
una Fuerza inconmensurable, un todo indiferenciado, que existió antes que los
cielos y que la tierra. Dio origen, mantiene y entretiene toda la existencia.
Sólo tiene imágenes abstractas, ninguna forma concreta. Es profundo, oscuro,
silencioso, indefinido. Teniendo que asignarle un nombre, lo llamo Dao» (Para los Taoístas, el origen está en el Dao (Tao),
pero el fonema Dao lo que significa o
traduce es Sentido.); Einstein dijo: «el Universo no
juega a los dados» (refiriéndose a la conciencia de Universo y a la
imposibilidad del azar o la casualidad).
Los físicos quánticos insisten: «hasta las partículas más diminutas, poseen
inteligencia»...
El concepto de una realidad creadora separada (Dios y
yo) no tiene cabida en nuestro tiempo; quizás nunca lo tuvo, pero por la evolución
de nuestra inteligencia y las creencias, pudo haber sido importante en algún
momento de nuestra evolución. La Idea de una Fuerza Inconmensurable: Omnisciente-Omnipotente-Omnipresente,
tiene mucho más Sentido para nuestro
desarrollo Espiritual.
La Naturaleza y el Hombre
Es importante que
nos mantengamos conectados con la Naturaleza, en ella está el recuerdo de
quienes somos... quizás nosotros no recordemos quienes somos, pero la
naturaleza lo recuerda perfectamente. Desde
tiempos inmemoriales se ha considerado al hombre como un resumen del universo.
Por esta razón llamamos al Hombre «microcosmos» - pequeño universo, y al
Universo «macrocosmos» - gran Universo; y Dios es el nombre con el que se
designa el Espíritu sublime que ha creado el gran Universo y el pequeño universo,
el que los ha vivificado y mantiene su existencia.
Para vivir y desarrollarse, este microcosmos que es el
hombre, debe permanecer en contacto y en unión permanente con el macrocosmos,
la Naturaleza; debe intercambiar incesantemente con ella, y a estos
intercambios les llamamos Vida. La Vida no es otra cosa que los intercambios
ininterrumpidos entre el
hombre y la Naturaleza.
El intercambio
es la clave de la vida. La salud o la enfermedad, la belleza o la fealdad, la riqueza o la
pobreza, la inteligencia o la estupidez, etc..., dependen de la forma en que el
hombre realice estos intercambios. Cuando comemos, realizamos intercambios en
el mundo físico; cuando experimentamos sentimientos, los realizamos en el mundo
astral; cuando pensamos, los realizamos en el mundo mental, y cuando vivimos en
Compasión y Amor, los vivimos en el mundo Espiritual.
Para ser feliz y vivir plenamente, el hombre debe
aprender a realizar correctamente los intercambios y sobre todo, a abrir su corazón a la naturaleza, a sentir que está ligado a ella, que forma
parte de ella.
Aquél que abre
su corazón a
esta corriente divina
que atraviesa el universo, realiza el intercambio perfecto,
despertándose un nuevo intelecto en él, gracias al cual empieza a entender y
ver todo de una manera diferente. En lugar de leer libros, es preferible unirse
con la única fuente verdaderamente inagotable e inmortal: la Naturaleza. De
ahora en adelante, debemos aprender a extraer citas del gran libro de la Naturaleza,
en el que todo está escrito, pues los hombres perecerán, y debido a sus
imperfecciones, todos ellos se habrán equivocado de alguna manera, mientras que
la naturaleza permanecerá eternamente viva y autentica.
El Maestro Peter
Deunov decía: «La naturaleza entretiene a
los hombres vulgares,
enseña a los
discípulos, y sólo
desvela sus secretos
a los Sabios». En la
naturaleza todo tiene una forma, un contenido y un sentido. La forma es para la gente
vulgar, el contenido
para los discípulos
y el Sentido
profundo para los Sabios, para
los Iniciados.
La Naturaleza es el gran libro que hay que aprender a
leer. Es la gran reserva cósmica con la
que tenemos que
estar en comunicación y en comunión. ¿Cómo
establecer esta conexión?
Es muy simple: se trata del
secreto del Amor. Si Amamos y Respetamos la Naturaleza, no
para nuestro placer
o distracción, sino porque ella es el gran Libro escrito por
Dios, brota en nuestro interior un manantial que limpia todas nuestras
impurezas, liberando los
canales que están
obstruidos provocando un cambio,
gracias al cual a1canzaremos la comprensión,
el conocimiento. Cuando viene el Amor,
los seres y las cosas se abren como flores. Por eso, si amamos a la naturaleza, ella hablará en nosotros, porque formamos
parte de ella.
Comentario
final
Es impresionante ver como el hombre actual se conforma
con el contacto que tiene con la Naturaleza a través de Internet y la TV.
Parece que se aprecia más la imagen de un paisaje de mar o montaña que
interactuar con la montaña y el mar personalmente. No podemos conformarnos con
imágenes virtuales o programas de aventuras de National Geographic o Discovery
chanel (aunque estén exentas de mosquitos, culebras o cualquier otro peligro
del mundo natural), nada puede sustituir la vivencia y el contacto con la
Naturaleza.
Creo que muchas de las sacudidas (véase, terremotos,
maremotos, volcanes, huracanes, ciclones...) que vivimos hoy día en el planeta
y los deterioros tan severos que estamos presenciando, la mayoría irreversibles
(desaparición de especies, tala y quema de bosques, contaminación de las
aguas...) se deben al poco interés que sentimos por la Naturaleza.
En un futuro artículo les voy a invitar a conocer la
influencia energética que tienen los diferentes Reinos de la Naturaleza sobre
nuestra economía Energética (según la Medicina Tradicional China).
Si pensamos
que la naturaleza
está muerta, disminuye
la vida en
nosotros; si pensamos
que está viva, todo lo que
contiene, piedras, plantas, animales, estrellas..., vivifica nuestro ser y
aumenta la Fuerza de Nuestro Espíritu. Aivanhov Omraam