Introducción
Esta parte del mundo, está fuertemente influenciada
por la cultura Judeo-Cristiana, credo
que es a su vez la base de nuestra formación religiosa... Según la Tora (Libro
Sagrado Hebreo) y la Biblia, fue Moisés (Mosheh) el primero que de forma
directa pregunta el nombre a Dios según se relata en el capítulo 3 del Éxodo
(Biblia, Antiguo Testamento).
3:13 "Contestó
Moisés a Dios: Si voy a los israelitas y les digo: El Dios de los padres de ustedes
me ha enviado a vosotros; cuando me pregunten: ¿Cuál es su nombre?", ¿qué
les responderé?"
3:15 Siguió Dios diciendo a Moisés:
"Así dirás a los israelitas: Yahveh (YaHWéH
- Yod, Hé, Wav, Hé),
el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de
Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para
siempre, por él seré invocado de generación en generación."
Cuando desarrollamos la segunda frase
del “Padre Nuestro” (1ro de Julio): “Santificado
sea tu nombre”, eso significa que el Padre Celestial tiene un
nombre que hay que conocer y santificar. ¿Y qué quiere decir santificar el
nombre de Dios? Ésta es una parte importante de una ciencia muy antigua. Los
Iniciados nos enseñan que todo lo que hacemos debe ser puro, luminoso y sagrado
para que el nombre de Dios sea santificado toda nuestra vida, en el menor de
nuestros actos...
Desarrollo
Para entender mejor la información antes
expuesta, me gustaría complementarla con los conocimientos que nos ofrece la
Cabala hebrea (aunque desarrollada por el pueblo Judío, es un legado de
humanidad), a través de las enseñanzas del Maestro Aivanhov. Pienso que un
nombre “solo” no nos sirve de mucho,
amenos que entendamos su verdadera dimensión y significado practico.
Según
la Cábala, el nombre de Dios
tiene cuatro letras y se escribe
ה ,ו ,ה ,י. Yod, Hé, Wav, Hé. Las cuatro letras del
nombre de Dios corresponden a los cuatro
principios que actúan
en el hombre:
espíritu, alma, intelecto y corazón,
Yod (י) es el principio masculino creador,
la fuerza santa primordial que está en
el origen de
todos los movimientos,
el espíritu. La segunda letra, Hé (ה) representa el principio femenino, el alma,
que absorbe, conserva,
protege y permite
al principio
creador trabajar en ella. La tercera letra, Wav (ו) representa el hijo, que nace de
la unión
de los dos
primeros principios masculino
y femenino, el padre y la madre. Es el
primer hijo de
esta unión y
se manifiesta también
como principio activo, pero a otro nivel. El hijo es el intelecto, que camina siguiendo la estela de Yod (י), el padre, el espíritu, y podéis
observar, por otra parte,
que Wav (ו) es
una prolongación
de Yod. La
letra siguiente, Hé (ה),
es idéntica a la segunda que, ya os lo dije, es el alma, la madre. Representa el corazón, la hija, que es la repetición de la
madre.” Las cuatro letras del nombre de Dios representan, pues: el espíritu (el padre), el alma (la madre), el intelecto
(el hijo), y el
corazón (la hija).
Si el espíritu domina en vosotros, sois
como el padre; pero si es el alma, vuestras cualidades son las de la madre. Si
es el intelecto el que tiene la preponderancia, sois como el hijo, y si es
vuestro corazón, sois semejantes a la hija. Volvemos a encontrar estos cuatro
principios en el rostro, porque el rostro del hombre está construido a imagen
del rostro de Dios. Los ojos representan Yod, el espíritu, y las orejas, Hé,
el alma.
La nariz representa
Wav, el intelecto,
y la boca,
la segunda Hé, el corazón.
En resumen, hay, pues, cuatro fuerzas
que están en correspondencia:
י
Yod, el espíritu, corresponde a los ojos.
ה
Hé, el alma, corresponde a las orejas,
ו Wau,
el intelecto, corresponde a la nariz,
ה
Hé, el corazón, corresponde a la boca.
Estas cuatro
fuerzas representan, pues,
los cuatro sentidos: la vista, el
oído, el olfato
y el gusto.
El quinto sentido
es el tacto,
las manos con las que trabajamos. A las cuatro letras del nombre de Dios
se añade, pues, una quinta letra, schin ש, que encontramos en medio del nombre de Jesús, Iéschoua ה ,ו,ש ,ה ,י, y que
es el símbolo
de la formación,
de la encarnación de
Dios en la
materia. A través
de Jesús,
el espíritu, el
alma, el intelecto
y el corazón
de Dios se encaman en el plano físico para ser
visibles y tangibles. Es el
Verbo que se hizo carne. Jesús es la encarnación de Dios en la materia; él es
quien da a
los cuatro principios
divinos la posibilidad
de manifestarse. Por eso
Jesús es representado
también por los
cinco dedos de la mano, las cinco virtudes: el
amor, la sabiduría, la verdad, la justicia y la bondad, características
del hombre perfecto.
Jesús es el hijo de Dios
descendido a la Tierra
para mostrarnos cómo debemos actuar.
Si nos quedamos solamente con
el espíritu, el
alma, el intelecto y
el corazón, sin
manifestarlos en el plano
físico, no conoceremos
al Señor. Quizá le conozcamos cuando nos vayamos al
otro mundo, pero
ya será demasiado tarde,
y no nos
servirá de nada. Es aquí donde
debemos conocerlo para saborear la
vida eterna. Tenemos
un espíritu, un
alma, un intelecto y un corazón,
pero eso no
basta: es preciso
también manifestar sus cualidades a través del cuerpo físico.
“El
grano de mostaza” Cap. 1. De: Aivanhov Omraam Mikhael
"Yo Soy". De: Alfons Endres