El arte de la paz comienza contigo. Trabaja sobre ti mismo en la tarea
del Arte de la Paz. Todos
tenemos un espíritu que puede ser refinado, un cuerpo que puede ser entrenado
de cierta manera, un sendero conveniente para seguir. Estás aquí con el sólo
propósito de darte cuenta de tu divinidad interior y manifestar tu iluminación
innata. Alimenta la paz en tu propia vida y luego aplica el arte a todo lo que
encuentres.
No son necesarios edificios, dinero, poder o prestigio para practicar el
Arte de la Paz. El
cielo está exactamente allí donde te hallas y ese es el lugar para entrenarse.
Todas las cosas, materiales y espirituales, surgen de una misma fuente y están
relacionadas como si formaran una familia. El pasado, el presente y el futuro
están contenidos en la fuerza de la vida. El universo emergió y se desarrolló
desde una fuente única, y nosotros evolucionamos a través del proceso óptimo de
unificación y armonización.
El Arte de la Paz
es la medicina para un mundo enfermo. En el mundo existen el mal y el desorden
porque la gente ha olvidado que todas las cosas emanan de una sola fuente.
Regresa a esa fuente y deja atrás todo pensamiento autocentrado, todo deseo
mezquino y toda ira. Aquellos poseídos por la nada, poseen todo.
El Arte de la Paz
funciona en todas partes en la tierra, desde la vastedad del espacio hasta la
más pequeña planta o el más pequeño animal. La fuerza de la vida lo penetra
todo y su fortaleza es ilimitada. El Arte de la Paz nos permite percibir y recurrir a esa enorme
reserva de energía universal.
La vida
es crecimiento. Si detenemos el crecimiento, física y espiritualmente, somos
tan útiles como cadáveres. Arte de la
Paz es la celebración del enlace del cielo, la tierra y la
humanidad. Es todo lo verdadero, lo bueno y bello. Una y otra vez será
necesario que te retires entre montañas profundas y valles ocultos para
restablecer tu lazo con la fuente de vida. Inspira y deja al cosmos regresar
dentro de ti; espira y déjate elevar a los confines del universo. Luego aspira
toda la fecundidad y vitalidad de la tierra. Por último, combina el aliento del
cielo y el aliento de la tierra con el tuyo propio, transformándote en el
Aliento mismo de la Vida.
Todos los principios del cielo y de la tierra están vivos dentro de ti.
La vida misma es la verdad y esto nunca cambiará. Todo, en el cielo y en la
tierra, respira. La respiración es el hilo que ata a la creación y la mantiene
unida.
El Sendero de la paz es extremadamente vasto;
refleja el propósito de ambos mundos: el manifiesto y el oculto. El guerrero es
el templo viviente de lo Divino, el que está al servicio de ese propósito. Tu
mente debería armonizar con el funcionamiento del universo; tu cuerpo, con el
movimiento del universo; cuerpo y mente formando una unidad que se unifica con
la actividad del universo. A pesar de que nuestro Sendero es completamente
diferente al de las artes guerreras del pasado, no es necesario abandonar
totalmente los modos antiguos. Absorbe las tradiciones venerables en el nuevo
Arte revistiéndolas con prendas frescas y construye sobre estilos clásicos para
crear mejores formas.
Morihei Ueshiba
Fundador del Aikido