El sufí Bayazid dice acerca de sí mismo:
«De joven yo era un revolucionario
y mi oración consistía en decir a Dios: 'Señor, dame fuerzas para cambiar el
mundo'».
«A medida que fuí haciéndome
adulto y caí en la cuenta de que me había pasado media vida sin haber logrado
cambiar a una sola alma, transformé mi oración y comencé a decir: 'Señor, dame
la gracia de transformar a cuantos entran en contacto conmigo. Aunque sólo sea
a mi familia y a mis amigos. Con eso me doy por satisfecho'».
«Ahora, que soy un viejo y tengo los
días contados, he empezado a comprender lo estúpido que yo he sido. Mi única
oración es la siguiente: 'Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo'. Si yo
hubiera orado de este modo desde el principio, no habría malgastado mi vida».
Todos pensamos en cambiar a la
humanidad. Para eso estudiamos, nos
preparamos y dedicamos el mayor tiempo de nuestra actividad mental. Casi nadie
piensa en cambiarse a sí mismo.
“Es más
fácil ver la paja del ojo ajeno que la viga en el propio.”