Según
el diccionario enciclopédico de Encarta, Estrés o Stress, (Del
ingl. stress). en medicina:
proceso físico, químico o emocional productor de una tensión que puede llevar a
la enfermedad física. Una eminente autoridad en estrés, el médico canadiense
Hans Seyle, identificó tres etapas en la respuesta del estrés. En la primera
etapa: alarma, el cuerpo reconoce el
estrés y se prepara para la acción, ya sea de agresión o de fuga. Las glándulas
endocrinas liberan hormonas que aumentan los latidos del corazón y el ritmo
respiratorio, elevan el nivel de azúcar en la sangre, incrementan la
transpiración, dilatan las pupilas y hacen más lenta la digestión. En la
segunda etapa: resistencia, el cuerpo repara cualquier
daño causado por la reacción de alarma. Sin embargo, si el estrés continúa, el
cuerpo permanece alerta y no puede reparar los daños. Si continúa la
resistencia se inicia la tercera etapa: agotamiento,
cuya consecuencia puede ser una alteración producida por el estrés. La
exposición prolongada al estrés agota las reservas de energía del cuerpo y
puede llevar en situaciones muy extremas incluso a la muerte.
Quise comenzar con la definición, porque
siento que a pesar de ser una de las palabras más usadas en los tiempos
modernos, también es una de las menos conocidas. Los portadores de este mal cada vez son más.
Parece un fantasma, sirve para justificar cualquier síntoma y a
continuación como no sabemos qué
significa se deja así y todo sigue igual.
Es un justificativo muy irresponsable. Me
explico: en traumatología o neurocirugía nos llega un paciente con dolor lumbar
y si después de ver las resonancias
descubrimos una hernia discal, se le explica al paciente su situación y
tanto el médico como el paciente quedan satisfechos porque tienen algo “objetivo”
en las manos. Ahora, con el estrés la
situación se torna incomoda, mientras que con la hernia sabemos qué hacer, al
estrés no sabemos por donde agarrarlo.
Pero el paciente está muy bien educado, tu le dices: el motivo de su
padecimiento es el estrés y el responde: ¿a sí? me lo imaginaba... se le manda
algún calmante y ya... es el estrés, es el estrés, es el estrés...
Lo primero que debemos hacer es traducir
la palabra estrés porque con el apuro no nos ha dado tiempo de traducirla del
inglés al español. Su origen está en la
voz inglesa ‘violencia’, ‘esfuerzo’ y es
un término prestado de la ingeniería mecánica, se refiere a la tensión y fatiga que surge
en los materiales por el esfuerzo y la fuerza a la que se someten. La tensión
lleva a la fatiga y la fatiga a la ruptura... de esto no hay material que se
salve, si los vectores de fuerza no están bien equilibrados o distribuidos
entonces la fatiga y posterior ruptura es inminente.
Recordando la definición que nos da el
diccionario y comparándola con el análisis etimológico-mecánico que acabamos de
hacer, es inevitable sentirnos: un mecanismo muy vulnerable. Ahora bien, si
identificamos nuestras causas de tensión, las podremos canalizar y equilibrar
adecuadamente y así no caer en estrés.
La tensión en el hombre actual se da en
los siguientes aspectos psicológicos: en primer lugar podríamos dejar los
mecánicos: violencia y el esfuerzo. La violencia es un síntoma cada vez más
normal en la sociedad actual... la vivimos en nosotros y nos tiene rodeados
(rabia, ira, rencor, cólera, impotencia...). El esfuerzo, no solo lo vivimos en
el esfuerzo físico que realizamos en el día a día, sino también en el esfuerzo
emocional que implica mantener el porte (las apariencias), el puesto de
trabajo, la responsabilidad...; En segundo lugar y no menos importante: miedo,
angustia, ansiedad, tristeza, obsesión,
preocupación, melancolía... Claro, el estrés no es un
psiquismo-sentimiento-emoción único o puro, esta compuesto por uno o más
elementos psico-emotivo-sentimentales. De ahí la importancia de identificar sus
componentes para poder trabajarlos.
Una vez
identificados los componentes, debemos identificar su origen: ¿conoce o
identifica el origen de su miedo, rabia y preocupación? supongamos que el
paciente los ha identificado como el
motivo de su estrés. El miedo es por esto...
la rabia es por esto... y
la preocupación es por esto... a seguir, tenemos que plantearnos los
cambios pertinentes en nuestro estilo de vida para disolver el origen del
estrés. ¡Muy importante! ¿estamos dispuestos a cambiar? o preferimos drogarnos
(legalmente, con pastillas que nos manda el doctor), enmascarar los síntomas,
hacernos dependientes y pensar que todo está bien?
Creo que vale la pena
sincerarnos y analizar lo antes expuesto, esté o no de acuerdo. Es una realidad
cada vez mas frecuente, es más, me atrevo a denominarlo ya como un “estilo de
vida” por su alta incidencia, incluso hay algunos que piensan que para tener
éxito es necesario una cuota de estrés...
recuerden lo que nos decían nuestros abuelitos: el que juega con fuego
se quema.